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Foto del escritorLaura Acero

Los Vega en Bogotá - El Son Jarocho dialoga con las músicas colombianas

Escrito por: Jorge Zárate

y

Laura Acero



¿Y ya tienen planeada alguna grabación?... No, ¡hagámosla! ¡¿En serio?! Sí. ¿El martes?

Martes, va. El día que llegaron a Bogotá los conocí en casa de Laura, no había pasado

media hora y les hice esa pregunta como quien solo está curioso, pero ellos saben de esas

cosas y obviamente sabían a qué iba con eso. Aún queriéndolo me sorprendió su respuesta,

sentí entusiasmo y alegría, un par de veces durante la noche quise asegurarme de que esto

iba en serio, porque tenía cuatro días y sabía en lo que me estaba metiendo.


Llegamos a recogerlos al aeropuerto con la Lauri Santiusti y me preocupaba que se fueran a sentir incómodos en la casa. Les habíamos dejado listo el sofacama y una cama sobre estibas en la sala, así como el cuarto de Hikurito con dos camitas sencillas. La noche se extendió, lo primero que pidieron fue comida, eran las dos de la mañana, así que nos fuimos hasta el Caldoparao de la Caracas, y, mientras llegaban los caldos, nos calentamos con algunos tragos de mezcal que repartieron entre Fredi, Kike, Omar y Sinuhé. Al ratito, Kike sacó una botella sin abrir. Le prometimos que la compartiríamos la noche siguiente, pues estábamos pensando en organizar un primer encuentro con Las tinguas, el parche de estudio de son jarocho en Bogotá, para presentarnos y ultimar los planes y logísticas de su visita en la ciudad. Ahí cayeron los compas, incluyendo a Jorge con sus preguntas creativas y la Lili con muchas ganas de invitarlos al Semillero de Bullerengue de Teusaquillo en los siguientes días. Entre tanto, teníamos un fandango y dos días de seminario intensivo que terminar de organizar. Nos dedicamos a eso todo el fin de semana y, sin darnos tiempo de nada, llegó el día de la grabación.


Desde ese momento todo empezó a andar, hace más de 7 años que no hacía una producción autogestionada y con presupuesto cero. Y resulta que decido hacerlo con una de las agrupaciones latinoamericanas que más admiro, auténticos mensajeros de la magia jarocha. Qué nervios. 



El único día libre para hacer una grabación era el martes. Jorge me preguntó setenta veces si en serio lo íbamos a ayudar. Desde la mañana y hasta la hora de dormir, la música había invadido la casa, claro que queríamos ayudar. El lunes, los chicos se fueron con Lili al semillero. Estaban agotados, pero la energía les dio y regresaron dichosos a la casa (luego vimos los videos en los que salían bailando). Que sí, Jorge, que qué necesita. Firmes todos. De repente dijo que tenía que conseguir cincuenta lámparas de las de las abuelas y tías. Estás loco.


En medio de la gestión de absolutamente todo, Sinuhé me llamó a proponer una idea:

Oye, Jorge, estábamos pensando que más que grabar lo que siempre hacemos, estaría

chido hacer un encuentro con músicos tradicionales colombianos. No sé ¿quizás algún

marimbero, conoces? Conozco varios, y es posible que podamos hablar con Jayer,

el hijo de Gualajo. ¡Pues eso sería fantástico, carnal! Pues ya está, vamo’ a vel asere. 


Yo creo que estas cosas solo las mueve la energía que produce la itinerancia, y cuando

los que transitan son Los Vega, pues arrasan. Todo se dio sin tener la seguridad de que

sucedería, dependíamos de muchos factores que normalmente están asegurados desde

un proceso de preproducción. 


La preproducción fue el carro que nos prestó la familia de Sergio para todos esos días de movimiento y una ida a Paloquemao por seis cargas de leña y flores para el set de grabación. También fue la comida que llevaron todos los del grupo de estudio, el trago, el ánimo, las indicaciones por teléfono para los maestros que quién sabe de dónde llegaban, el reguero de cables y la recomendación de no circular mucho por los espacios donde iban a grabar, la torta de cumpleaños a escondidas, que le cantamos a la Lili esa noche, después de grabar, con unas sorpresivas y tiernas “Mañanitas”, cantadas por Los Vega, que nos conmovieron a todos. Eso sí, conseguir las lámparas fue imposible.

  

Néstor, el director audiovisual accedió a trabajar en esto y pidió que la chimenea estuviera

a toda candela en todo momento durante la grabación. No se diga más, todo el colectivo

Las Tinguas activó una red de ayudas y conseguimos todo. Santiago era el canal de

comunicación con Jayer y a partir de ahí, colaborador hiperactivo durante la producción, un indispensable caído del cielo. Esto es demasiado ¡ayuda! En casa vive un estudiante de producción musical, mijo, necesito asistente de grabación. ¡Claro maestro! Yo estaba esperando era que

me dijera. Jajaja. 


Pedrito se puso la diez. Los llevó, los trajo, tomó fotos, avivó el fuego de la chimenea, ayudó hasta el final en todo, incluso cuando días después tuvimos los conciertos en las bibliotecas públicas y los llevamos en Transmilenio. David estuvo firme en la cocina (siempre cocina delicioso) junto con la Vane y con Carito. Todo el parche aportó su tiempo. Escucharlos en vivo nos llenaba de emoción, queríamos entrar a verlos, zapatear con ellos.



En esta entrega dejamos tres videos que plasman lo que fue el paso de Los Vega por Bogotá

en 2024. Para mí, un sueño cumplido: conocerlos, tocar con ellos y participar de la creación

de un espacio comunitario musical movido por la mística que los acompaña y que se manifiesta

por medio de su alegría, la fuerza de sus voces y su inmensa generosidad. Dieron conciertos

por toda la ciudad, tuvimos dos días intensivos de talleres, paseamos, festejamos y fandangueamos.


Cuánto aprendizaje en tantas noches de conversación sobre el movimiento del son jarocho, sobre el espíritu fandanguero que es fiesta y encuentro, así como espacio donde se consolidan amistades y amores. También fueron días de historias del campo, de recuerdos y memorias, de sentir cerquita que las ruralidades mexicanas y colombianas se parecen, que las aventuras familiares están cerca y que la relación con la tierra y la naturaleza es hermosa y se canta en los sones con un espíritu tradicional y, a la vez, siempre nuevo.


En El Cascabel contamos con la participación de Jayer Torres, conocido como “Gualijo”,

hijo del marimbero José Antonio Torres “Gualajo” y por ende heredero directo de la

tradición musical guapireña. Oye carnal, ya que Jayer va a grabar, estaría chido acompañarlo

con un bombo ¿tal vez? Sinuhé, pues si va un bombo estaría bueno que le metamos un

cununo también. ¿Cununo? Va. Leito, papi, te necesito… Reds, venga le digo,

¿cómo le dijera yo?... Pues así tenemos a Leonel Merchán en el cununo y a Juan Sebastián Rojas

en el bombo poniendo el sabor en El Cascabel. ¡Gracias!



El Cascabel sonaba increíble. Siempre hemos sentido que nuestras músicas se parecen. En el seminario intensivo, el fin de semana anterior, Sinuhé nos había dicho que, para él, el ritmo más cercano a los seis octavos del son era el currulao, y para mí fue una confirmación. Cuando vimos llegar la marimba nos emocionamos, cuando empezó a sonar pensé en las polirritmias, en el tumbao de la danza, en el zapateado sobre las tarimas y en la danza de pañuelos y pies descalzos. Todo está conectado.


Después de la prueba de grabación se me acercó Sinuhé con una actitud bonachona a la

que partir de ahora le voy a temer. Oye, Jorge, fijate que anoche estuvimos tocando con

un maestro de bullerengue y alcanzamos a hacer un pequeño montaje, ¿tú crees que sería

posible que él venga a grabar otro tema con nosotros? Pues sí, dale. ¡Eso, va!


En La Guanábana el tambor alegre fue grabado por el maestro Etilson Salgado, sabedor y

tamborero de San Basilio de Palenque, acompañado en el tambor llamador por su amigo

Rubén Vega, a quien Los Vega apodaron “Primo”. 



Todo lo veíamos a través de los vidrios del patio trasero de la casa. Teníamos que estar a oscuras para que la cámara no tuviera problemas en moverse por el espacio y capturar a los músicos. Era muy difícil no querer mirar lo que estaba pasando. Nos pusimos a bailar con esa Guanábana bullerenguiada que, en voz bajita, empezamos a corear. Chupa, chupa, chupa, rechupa chupa, en la madrugada.


No era la última locura de Sinuhé, al terminar la segunda canción dábamos por cumplido

el plan… Oye Jorge, hagamos un tema con Las Tinguas, falta algo más… más colectivo,

más con todos. Néstor, ¿grabarías otra? Claro. Carnal, diles que vengan seis. Me fui al patio

y pensé lo absurdo que era llamar a seis entre veintitantos muertos de ganas de estar ahí.

¡Ahora sí vengan todos por favor! Vamos a grabar un tema con Los Vega y necesitamos sus voces. 


Entonces entramos todos, la felicidad general. No miento si digo que durante mucho tiempo soñé con un Coco que fuera pregón y palmas únicamente, con ese gran coro celebrando las conexiones. Todavía quedaban varios eventos en la agenda de Los Vega, pero ya teníamos, por fin, un registro muy poderoso de ese bello encuentro y diálogo de músicas.



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